Dosificaciones
Hoy encontré este título en la revista que leía, encontré estás palabras que me han descrito a la perfección eso que estoy sintiendo: Qué mala soy dosificándome!
Seré realmente mala por dosificar mi vida, por repartirme entre las gentes en pequeñas porciones de amor, odios y tristezas?. Será que uno se extingue? Siempre he pensado que hay momentos en la vida en que eres como un dinosaurio, uno grande y pesado, uno de esos que está solo en los campos, escondido; sí oculto y temeroso, esperando que llegue alguien a llevárselo lejos para disecarlo y transformarlo en objeto de investigación. Nunca te has sentido como si fueras el último en tu especie, el que pronto desaparecerá y no quedará nada ni nadie igual a vos?
A veces me imagino que voy huyendo por un bosque, que corro y corro pero los pies no dan para más, solo sé que debo escapar lo más rápido que pueda de situaciones que me hunden, que me lastiman; otras veces me vuelvo masoquista y me quedo para ver desde arriba, fuera de mi cuerpo, con el alma, como me destrozan incansables los arlequines a quienes les he prestado un poco de mi vida, y algunos se te parecen.
Me gustaría refugiarme en alguna parte, donde la gente no entre en sequía. Qué triste ver morir corazones, invadidos de gusanos de decepción. No quisiera jamás que fuese el mío o el tuyo, ni los de mis niños, los de mis amores o los de mis padres. Si fuera así los escondería a todos conmigo, nos refugiaríamos todos como la última manada de dinosaurios y nos quedaríamos en silencio por la noche sigilosos, esperando ver llegar el amanecer de nuevo.
Pero ya, trataré de concentrarme en el tema y volvamos a la dosificación entonces: cuán verdadero es que cada decepción hace que pierdas un trozo de tu vida, ese episodio de vida en que viviste ese preciso momento que acabas de perder. Entonces es o no importante aprender a dosificarse para no perder demasiados trozos de vida, para lograr armar el rompecabezas lo más completo posible. Y podría ser que vos me regalas un trago,- amargo- pero algo me das. Decime dónde se colocan las dosificaciones ajenas, esas que se reciben a cambio de las que entregas y muchas veces sin ningún precio. Esas van en algún lugar especial, en una especie de alcancía o se deben tratar de acomodar donde mejor quepan? Muchas de esas “piezas” que te regalan te enseñan algo, (algunas a creer, otras a madurar, pero son tan necesarias al fin y al cabo.
Muchos de esos pedazos de vida que te regalan te gustaría borrarlos para siempre, algunas dosificaciones de sonrisas y alegrías se prenden de tu alma sin darte cuenta y se amoldan a tus pensamientos y necesidades. Necesitamos o no un colador para las dosificaciones que nos llegan? Hará la gente lo mismo que estoy haciendo yo, se preguntarán dónde poner todas las piezas que hacen falta o que sobran; estoy casi segura, imagino que muchos botarán a la basura algunas de mis dosificaciones porque no les sirven, porque no las necesitan, tal como lo has hecho vos… Si nos ponemos en este momento a buscar cuántas dosificaciones hemos desperdiciado y cuántas más se han ahogado en penas por haber estado pensando en que serían bien recibidas, pero no lo fueron… Cuánto de nuestra vida está en la basura en este momento y cuánto de lo que hemos vivido valió la pena? Nos exponemos constantemente a que nos borren, nos sacudan, nos eludan, nos trituren, nos humillen sin darnos cuenta y cuando lo hacemos, ya tal vez, nuestras dosificaciones de sentimientos fueron asesinadas en la primera alcantarilla por la que pasó aquel prójimo al que le importó un bledo lo que representaba para vos ese momento.
Será por eso que existen tantos locos en el mundo, será acaso que la mayoría de nosotros ni siquiera se solidariza con la dosificaciones de los demás, vale tan poco lo que sentimos realmente? Sería espantosamente triste darse vuelta y ver los cuerpos de las dosificaciones tendidos en las calles aplastados, ahogados en los ríos, descompuestos en los basureros, ahí donde los lanzaste, donde los lanzamos…
Somos seres tan selectivos, tan ordinarios, tan lavadisos!!! Somos seres que desprecian y se burlan de los pensamientos de otros. Seres que racionalmente no somos racionales, seres sin sentido la mayor parte de tiempo, sumidos en egos, buscando superficialidades, esperando que la conducta de alguien no nos guste para arrojar sus dosificaciones de ternura al primer lote baldío que se cruce en nuestro camino, y es claro que la mayoría de las personas pueden abandonar a sus mascotas en los caminos, por qué no abandonar también sentimientos? Es más sencillo que alimentarlos, que cultivarlos, sale más barato.
Entonces todos aquellos pedacillos de vida que te ofrecí deben de estar tirados en algún guindo, descabezados y mal olientes, pútridos cadáveres de sentimientos, qué triste, qué congoja la mía. Hoy cuando me levanté, pensé que podía pagar la fianza de algunos de ellos y que me los devolverías, qué infantil, qué absurdos los míos. No tengo la certeza de que los hayas conservado vivos, talvez los enterraste vivos entre tus medias y calzoncillos y ahí murieron de hambre y de tristeza los pobrecitos, mientras yo pensaba que eran felices contigo.
Volvamos al principio, y si de verdad estoy en peligro de extinción y sólo yo pienso así, si soy ese dinosaurio abandonado por sus iguales, que decidieron convertirse en seres abominables y asesinos de promesas y de amores, esos que no ven las tristezas a los ojos porque les parecen absurdas, los mismos que las depresiones y el desamor les parecen ridículos y desperdicios de tiempo. Esos que utilizan el amor para su propio beneficio. Cuánta ignorancia, cuánto tiempo he perdido, cuántos años atando a cordeles tus dosificaciones para que volaran como globos, libres conmigo, para que no se me escaparan porque me hacían reír entre mis tormentas. Qué vacío inmoral, qué angustia estúpida, tendré que hacer un funeral para enterrarlos a todos en mi jardín, y uno a uno colocaré sus cuerpecillos menudos en fila, en fosa común para que se acompañen en el vuelo al más allá. Haré un pequeño duelo, tanto ya están muertos y no volverán,- no me puedo quedar en estos pasados que se tornan oscuros, hay que pintar mañanas-. Más allá, en el futuro amaré en sus nombres, como promesa al sacrificio que hicieron por mí, pero los nuevos que nacerán no serán los mismos, solo conocerán historias y mitos de aquellos de atrás, seguramente serán cautelosos y yo seguro también lo seré y les colocaré alas para que puedan volver conmigo en caso que se sientan solos y fatigados de luchar contra quien quiera matarlos.
No busco más soluciones a estos desafíos, porque podría irme tanl ejos que jamás volvería. Mejor no escarbo y no revuelvo, tanto ya no estarán contigo, ninguna de ellas. Todas las dosificaciones que di ahora le pertenecen a otro, bueno por lo menos las que quedan vivas. Pensaré mejor de ahora en adelante quien merece que le regale pedacitos de alma y a quien ignorar sin ningún sentimiento, sin el más mínimo gramo de sentimiento, porque bueno o malo da lo mismo, lo engendraría del alma y lo regalaría con lazos. Pero si me queda la sabiduría de coger todas las dosificaciones que he recibido y extenderles la mano como a los niños y llevarlas a vivir conmigo, hasta las tuyas. Todas tan hermosas y de diferentes colores y matices, todas y cada una de ellas especiales, con mensajes ocultos, abrazadas a árboles gigantescos, algunas lloronas, tristes y deprimidas; otras felices y vagabundas bailarinas. A todas las vestiré de nuevo -hasta a las tuyas- y les compraré abrigos y camas y caramelos para recordar por los días que me quedan todo aquello que me regalo la vida.
Llego a una conclusión, quizá sí hay que dosificarnos y además hay que saber hacerlo, saber cómo y cuándo, con quién y con qué sentido. Hay que tener cuidado de donde mandamos los suspiros y si vale la pena convertirse en objeto inanimado, en torre o en castillo.
Esta mañana cuando encontré y leí esa frase, de repente sabía que era conmigo. Sabía que alguien como todos los días me estaba mandando un mensaje, una nota, un recordatorio. Una cita poética profunda y casi maligna, un poco egoísta si así prefieres que la describa. Pero en esas cuatro palabras queda descrito que el ser humano es un filtro, que absorbe a su antojo y sale por el otro lado talvez aire “limpio”. Soplamos a gusto y disgusto, que nos antojamos de otros, de sus carnes más que de sus posesiones, no tenemos más remedio que seguir siendo humanos, claro no podemos convertirnos en amebas o en gusanos aunque muchas veces nuestro parecido con esos pobres y nauseabundos seres sea casi transparente. Déjame decirte ya terminando este capítulo que nada pasa por casualidad y que los desprecios son enemigos de las dosificaciones, nunca se llevan bien, así como no se llevan bien el odio y el amor, los niños y el agua fría, la leche y el ajo, el pescado y el queso, los adolescentes y las reglas, etc, etc, etc, etc, etc...