sábado, 28 de julio de 2007

Transbordador a la Luna

Esa forma en la que siempre acaban las cosas, esa forma en la que ponemos punto y coma a las situaciones, incluso punto y final, que da pena, lastima, congoja… en fin. A todos nos toca de vez en cuanto un pedazo de sufrimiento, pero a veces ese sufrimiento nosotros mismos nos lo provocamos, nos echamos encima cargas insoportables de tristezas que no nos pertenecen, simplemente para tener más que llorar, como si no suficiente la dosis que nos entregan al nacer.
Estoy en el techo de mi casa, me subí por la escalera del vecino que utilicé sin permiso; el caso es que me subí al tejado como una gata y empecé a observar las estrellas y los demás astros que el cielo encierra en su pintoresco cuadro nocturno. Entonces acomodé en la mejor posición que pude mi cabeza, tal gata echada, para lograr enfocar con atención las historias que imaginaba mi cabeza. A veces me vienen a la mente esos pensamientos casi sicóticos donde no hay protagonistas, esa sensación de ser la única que observa con detenimiento al panorama especial que se desarrolla frente a nuestros ignorantes ojos, a nuestra escasa visión. Contuve la respiración para encontrar en ese momento de apnea el infinito sentimiento de soledad que lo acompaña siempre.
No quise decir que te mataría, era broma. Tampoco quería que desaparecieras, pero si me alegra que no estés acá arriba. Me gusta la idea de estar sentada en el tejado mirando mi interior; estar contemplando las estrellas. Seguro estás pensando pedirme que baje ya, que no haga tonterías y que me deje de esas cosas sin sentido que caracterizan mis rabietas. No es que no me guste la idea de estar allá abajo con vos, seguro acurrucada sobre ti viendo alguna película de esas, las mismas que cada cuando debo ver por comprensión, por no ser egoísta, por querer ser parte un momento de tu mundo. Sí, seguro ya me habría tomado el té y leído el periódico, en lo de menos estaría con mis pijamas entre las sábanas esperando que me aparezca el sueño. Ya probablemente me habrías regañado por la absurda discusión que tuvimos, habrías puesto los puntos sobre las íes ganando la situación, volviendo a tu antojo y para tu nido. Y es que a veces hay que saber que se ha perdido la discusión, lo difícil es aceptarlo, aunque esta vez he tenido razón yo.
Acá arriba se está bastante bien -aunque sufra de vértigo- lo que hago es ignorar la altura y no me asomo a la orilla aunque si mi perro no deja de llamarme. Me he comido un chocolate que encontré en la cocina esta mañana, había olvidado que lo había comprado hace dos días, también traje un montón de uvas, las que quedan de las fiestas para la buena fortuna, un libro que no he abierto y toda mi vida. Me he subido al tejado para ver de cerca las estrellas y el futuro que no se revela, me he montado en la cabeza la idea de irme de nuestro planeta y encontrar las raíces del mío. Se me ha ocurrido que dentro de poco se habrán ido todos los suspiros con el viento y que las hadas de colores se tomarán de las manos haciendo cadena de recuerdos. Sabés podría escribir un cuento ahora mismo que estoy así resentida, ahora que mis emociones le están ganando a los sentidos; seguro hablaría de los rencores de amar demasiado y olvidar a poquitos, qué extraño todo esto que viene entre líneas, le ganan el partido los resentimientos a las alegrías, será que nuestra personalidad maquiavélica es capaz de sabotear lo que sentimos y nos hace capaz de ser abstractos, encerrados y engreídos?
Ha pasado un siglo ya desde que llegué acá arriba y seguro estás abajo preparándote un snack y pensando lo mismo. Creo que voy a bajar y a buscarte en la cocina, te abrazaré; es probable que me abraces, ronronearé para vos y buscaré que me mires con esos ojos de ave herida que yo conozco, sé que con la mirada después vendrá un beso y todo está olvidado. Si no fuera por el amor que sería de nuestras vidas?

2 comentarios:

Luces del Interior dijo...

Se imagina la maravilla poder regresar a nuestro propio planeta?

Flavia dijo...

Mae!! espero lograrlo...