martes, 24 de julio de 2007

Los Seres de Colores

Vamos a ver si logro explicar sin hacer enredos. Es que a veces siento que nunca podré ser exacta y precisamente de alguien- no es que sea infiel, todo lo contrario- Tengo la vida ramificada, soy como un árbol: tengo el tronco que me lo hicieron fuerte y delicado al mismo tiempo, tengo dos largas ramas que se abren al sol como brazos, de donde salieron las semillas que dieron vida a estos dos árboles que plantaron cerca mío. Dos arbolitos que se mecen con el viento y cantan canciones conmigo, hermosos arbolitos que me hacen compañía, individuales y tan bonitos, parte de mi pero distintos. Gracias infinitas por estos arbolitos que me enseñan cosas nuevas y que conservarán en sus memorias como me veía de joven, testimonio de que fui alguien y que hice algo importante.
Además, de mis ramas se extienden todas esas pequeñas ramitas y hojas y flores, pero ahora quiero hablar de mi parte interior, esa parte donde mi vida esta ocupada por estos seres de colores con los que me comparto. Puede sonar algo raro, pero si me pongo a explicar no es tan absurdo lo que estoy diciendo. Es un tema demasiado profundo, demasiado hermoso, demasiado particular. Me pregunto cuántas personas- digo árboles- en el mundo tendrán seres de colores para compartirse y si los tienen: serán como los míos así puros y particulares?
Yo soy yo, en sí mi color es azul (porque es mi favorito) aunque algunas veces me ven un poco café, eso depende de mi estado de ánimo, además del color con que me vista, porque si las ropas me combinan con mis ojos mucho mejor para ellos. Veamos, donde estaba? Ah sí: mi color! Es fácil pensar que el azul (o sea yo) combina con muchos colores, pero no, estoy hablando de la mezcla perfecta de tonos que hace que seamos tan parecidos y tan diferentes. Es que creo que somos todos diferentes azules (celestes, cian, cielo) y también diferentes cafés y rojos, tonos de naranja que combinan unos con otros, incluso nos entremezclamos tanto de formamos verdes perfectos y algunas veces púrpuras poderosos que mantienen más fuerte nuestros lazos y amores perdidos.
Todos son diferentes, y significan diferentes cosas. Somos una mezcla de relaciones, por ejemplo: para alguno de ellos puedo ser las alas que necesita para volar y para mí, es el quien me puso estas alas y me enseño a hacerlo –tirándome de precipicios en picada, casi suicida- me enseñó a confiar en la fuerza del aire, en las montañas y en lo que miro. Me enseñó a enfrentarme sin miedo, a quererme así como soy casi sin reflejo, con pasados dolorosos e imborrables.
Tenemos todos diferentes papeles, roles, unos para los otros. Yo soy consejera o mejor dicho el cofre de los secretos, soy también la compañera de des balances y en ocasiones soy la que guarda silencios para que el entienda que yo no opino, que en ese instante infinito yo no siento, hasta soy imparcial o estoy pasándome del lado suyo con mi silencio.
Tengo otro ser me puso una corona y a mi me encanta, me mira como yo lo miro, es profundo y casi entero. Mi confesor, mi vigilante, mi puerto. Aunque por años vagamos juntos en senderos que dan miedo; nos metimos en enredos y salimos juntos de todos ellos, somos telepáticos, profundos y sinceros, no hay que hablar para entendernos. La mayor parte del tiempo su mirada me señala lo que yo pienso, entonces nos aprendimos a comunicar en silencio, con voces que los demás no escuchan, con gestos que los demás no entienden. Es solo una necesidad diferente, más amor? Quizá sí, quizá no; es una forma diferente de sentir…
Otro me inspira, algo así como mi parte cerebral de la cual voy tomando pizquitas que me ayudan a entenderme, por lo menos eso es lo que hago la mayor parte del tiempo, me guardo sus palabras y las anoto para no olvidarlas.
Me vuelvo el ancla para la realidad que vivimos, la nuestra distinta a la de los demás y de eso estoy completamente segura, porque la nuestra brilla mucho más. Con cada rumor de nuestras risas, con los lamentos o las decepciones estamos juntos, yo recogiendo lo pedazos que se van cayendo cada vez que alguno pierde las alas y con las plumas me hago una almohada, una inmensa almohada que me sirve de colchón cada vez que voy de caída, entonces no me lastimo por más duro que caiga, además me abriga el alma y me hace soñar mejor.
Todos mis seres son especiales y con todos me divierto. Soy una parte escondida de sus más íntimos secretos y ellos para mi son un pedazo de mi cielo. Todos juntos forman un ser espectacular y por separado cada uno me da lo que necesito que me den a su tiempo. Me reconforto en sus brazos y los observo a veces a lo lejos tan radiantes, futuros y ajenos. Porque he de confesar que ninguno de ellos es mío, ya todos tienen dueño, se compartieron con otros seres del cielo tan hermosos como ellos. Pero no me causa dolor verlos llegar a mi ventana a pintarme y traerme caramelos, yo se que se irán y luego volverán otra vez como las golondrinas de la poesía.
Para ellos soy un retoño de algo que seguramente está en constante desafío a las ideas que nos imponen desde niños. Podría ser la parte femenina que no ha muerto, pero para mi ellos son muchas cosas, puedo decirte que son mis lienzos, mis dibujos, son más que alegrías, son infinitas ganas de vivir a lo eterno.

3 comentarios:

González Luis dijo...

Un Arco Iris debes ser.
Me encanta el azul y todas su tonalidades - azulrey- índigo y el suave celeste que antecede el azul de medio día. Eres el árbol, pero el que apenas crece, el que ya visualizo como mi punto de sombra. El cofre que me dará sus frutos traducidos en consejos, inspiración y alegrias. Entrar a tu mundo ha sido una bella sensación de colores, donde la gota de agua que parece transparente se destella en cientos de colores con la caricia del sol. Gracias por líneas de arcoiris.

Luces del Interior dijo...

Extremadamente bello tu cuento!

Claro, uno de ellos es nuestro y lo será por siempre, aunque he de confesarte que lo se tuyo y nada más tuyo, en esos momentos que de ustedes nacen y a ustedes pertenecen y que al mismo tiempo me hacen sentir feliz, feliz de aprender con ustedes la maravilla de tener un ancla en la vida. Y es que él vuelve, vuelve cada vez, aunque algunas veces te lo llevo yo mismo.

Besos, muchos besos llenos de colores!

Flavia dijo...

Me encanta que les guste!
Y Luces del más allá, ya formas parte del arco iris de mi alma...