martes, 24 de julio de 2007

Robando pensamientos

Esta vez me dijiste algo que me ayudó a transportarme, que he decidido no puedo ignorar. Te he escuchado hablar de las personalidades que tenemos cada uno, que a veces sin ser seres desquiciados o esquizofrénicos compartimos nuestra personalidad madre con unas cuantas ramificaciones que casi se hacen autóctonas, como partes pequeñas de un todo son tan importantes que resultan casi imprescindibles para sobrevivir el día con día que nos desgasta o que nos permite entrar en nuevos mundos, nuevos colores, nuevas experiencias.
Veamos, yo podríamos pensar que tenemos una sola personalidad, es relativamente cierto, es una que nos domina casi todo el tiempo. Pero si me pongo a profundizar dentro de mi, me doy cuenta que soy muchas a la vez. Igual que vos, descubrí que también tengo mi personalidad espiritual, sabés, esa es muy personal y no debería estar guiada por ninguna doctrina ni por nadie. Esa es mi parte libre y toca profundo el alma, una conexión entre lo sacro y lo mío, sin importarle un bledo que si estoy o no bautizada, si confieso a los otros cristianos las traiciones que cometo o cómo me las he arreglado para llegar hasta donde estoy, solo importa que compartimos un espacio juntos: el Ser Supremo (no tengo intensión de llamarlo solo Dios, porque es más que eso) y yo-. Hasta que me desenrollaste mi complicada mente no entendí que todos tenemos esta parte, solo que no para todos es fácil de aceptarla o sobrellevarla, es una personalidad que muchas veces permanece dormida o arrullada por nuestros temores y fantasías.
Si desgloso una por una las fases de mi vida, me doy cuenta que además de ir cambiando la personalidad o mejor dicho amoldándola a situaciones, a los cambios “normales” que suelen darse de la infancia a la edad adulta, que son infinitos y crueles, -es por eso que te admiro tanto, por esa fuerza de voluntad que has mantenido, por haber logrado ganarle al tiempo y conseguiste vencerlo, te dejaste un pedazo de niño dentro, mejor dicho un pedazote inmenso, que te hace ser tan vos.- Entonces me doy cuenta que el pasar de los años me ha hecho convertirme en un ser de diferentes tipos: amiga, compañera, madre, hija, persona y mujer (porque el género tiene mucho que ver con el número de personalidades, las mujeres siempre vamos a tener una extra, esa yo “hormonal”, el ser casi angelical y demoníaco que nos domina de vez en cuando).
El conjunto de todo nos forma a nosotros, esa mezcla casi perfecta de imperfección es la esencia de lo que somos, de lo que lograremos, de cuánto nos queremos, cuánto somos capaces de amar y de cuán valientes somos para enfrentar al mundo en el que vivimos.
En sí soy una sola, con muchas otras yo que flotan en mi misma, esa que ves… Soy la misma siempre, trato de ser transparente y colarme entre las gentes, incluso difuminarme entre los colores de otros, es mi constante necesidad de saber. Y yo, como siempre, que me filtro detrás de los pensamientos de las personas que quiero, y escuchando como me enseñas, voy tomando ideas para escribir tus pensamientos.

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