sábado, 28 de julio de 2007

Dosificaciones

Dosificaciones

Hoy encontré este título en la revista que leía, encontré estás palabras que me han descrito a la perfección eso que estoy sintiendo: Qué mala soy dosificándome!
Seré realmente mala por dosificar mi vida, por repartirme entre las gentes en pequeñas porciones de amor, odios y tristezas?. Será que uno se extingue? Siempre he pensado que hay momentos en la vida en que eres como un dinosaurio, uno grande y pesado, uno de esos que está solo en los campos, escondido; sí oculto y temeroso, esperando que llegue alguien a llevárselo lejos para disecarlo y transformarlo en objeto de investigación. Nunca te has sentido como si fueras el último en tu especie, el que pronto desaparecerá y no quedará nada ni nadie igual a vos?
A veces me imagino que voy huyendo por un bosque, que corro y corro pero los pies no dan para más, solo sé que debo escapar lo más rápido que pueda de situaciones que me hunden, que me lastiman; otras veces me vuelvo masoquista y me quedo para ver desde arriba, fuera de mi cuerpo, con el alma, como me destrozan incansables los arlequines a quienes les he prestado un poco de mi vida, y algunos se te parecen.
Me gustaría refugiarme en alguna parte, donde la gente no entre en sequía. Qué triste ver morir corazones, invadidos de gusanos de decepción. No quisiera jamás que fuese el mío o el tuyo, ni los de mis niños, los de mis amores o los de mis padres. Si fuera así los escondería a todos conmigo, nos refugiaríamos todos como la última manada de dinosaurios y nos quedaríamos en silencio por la noche sigilosos, esperando ver llegar el amanecer de nuevo.
Pero ya, trataré de concentrarme en el tema y volvamos a la dosificación entonces: cuán verdadero es que cada decepción hace que pierdas un trozo de tu vida, ese episodio de vida en que viviste ese preciso momento que acabas de perder. Entonces es o no importante aprender a dosificarse para no perder demasiados trozos de vida, para lograr armar el rompecabezas lo más completo posible. Y podría ser que vos me regalas un trago,- amargo- pero algo me das. Decime dónde se colocan las dosificaciones ajenas, esas que se reciben a cambio de las que entregas y muchas veces sin ningún precio. Esas van en algún lugar especial, en una especie de alcancía o se deben tratar de acomodar donde mejor quepan? Muchas de esas “piezas” que te regalan te enseñan algo, (algunas a creer, otras a madurar, pero son tan necesarias al fin y al cabo.
Muchos de esos pedazos de vida que te regalan te gustaría borrarlos para siempre, algunas dosificaciones de sonrisas y alegrías se prenden de tu alma sin darte cuenta y se amoldan a tus pensamientos y necesidades. Necesitamos o no un colador para las dosificaciones que nos llegan? Hará la gente lo mismo que estoy haciendo yo, se preguntarán dónde poner todas las piezas que hacen falta o que sobran; estoy casi segura, imagino que muchos botarán a la basura algunas de mis dosificaciones porque no les sirven, porque no las necesitan, tal como lo has hecho vos… Si nos ponemos en este momento a buscar cuántas dosificaciones hemos desperdiciado y cuántas más se han ahogado en penas por haber estado pensando en que serían bien recibidas, pero no lo fueron… Cuánto de nuestra vida está en la basura en este momento y cuánto de lo que hemos vivido valió la pena? Nos exponemos constantemente a que nos borren, nos sacudan, nos eludan, nos trituren, nos humillen sin darnos cuenta y cuando lo hacemos, ya tal vez, nuestras dosificaciones de sentimientos fueron asesinadas en la primera alcantarilla por la que pasó aquel prójimo al que le importó un bledo lo que representaba para vos ese momento.
Será por eso que existen tantos locos en el mundo, será acaso que la mayoría de nosotros ni siquiera se solidariza con la dosificaciones de los demás, vale tan poco lo que sentimos realmente? Sería espantosamente triste darse vuelta y ver los cuerpos de las dosificaciones tendidos en las calles aplastados, ahogados en los ríos, descompuestos en los basureros, ahí donde los lanzaste, donde los lanzamos…
Somos seres tan selectivos, tan ordinarios, tan lavadisos!!! Somos seres que desprecian y se burlan de los pensamientos de otros. Seres que racionalmente no somos racionales, seres sin sentido la mayor parte de tiempo, sumidos en egos, buscando superficialidades, esperando que la conducta de alguien no nos guste para arrojar sus dosificaciones de ternura al primer lote baldío que se cruce en nuestro camino, y es claro que la mayoría de las personas pueden abandonar a sus mascotas en los caminos, por qué no abandonar también sentimientos? Es más sencillo que alimentarlos, que cultivarlos, sale más barato.
Entonces todos aquellos pedacillos de vida que te ofrecí deben de estar tirados en algún guindo, descabezados y mal olientes, pútridos cadáveres de sentimientos, qué triste, qué congoja la mía. Hoy cuando me levanté, pensé que podía pagar la fianza de algunos de ellos y que me los devolverías, qué infantil, qué absurdos los míos. No tengo la certeza de que los hayas conservado vivos, talvez los enterraste vivos entre tus medias y calzoncillos y ahí murieron de hambre y de tristeza los pobrecitos, mientras yo pensaba que eran felices contigo.
Volvamos al principio, y si de verdad estoy en peligro de extinción y sólo yo pienso así, si soy ese dinosaurio abandonado por sus iguales, que decidieron convertirse en seres abominables y asesinos de promesas y de amores, esos que no ven las tristezas a los ojos porque les parecen absurdas, los mismos que las depresiones y el desamor les parecen ridículos y desperdicios de tiempo. Esos que utilizan el amor para su propio beneficio. Cuánta ignorancia, cuánto tiempo he perdido, cuántos años atando a cordeles tus dosificaciones para que volaran como globos, libres conmigo, para que no se me escaparan porque me hacían reír entre mis tormentas. Qué vacío inmoral, qué angustia estúpida, tendré que hacer un funeral para enterrarlos a todos en mi jardín, y uno a uno colocaré sus cuerpecillos menudos en fila, en fosa común para que se acompañen en el vuelo al más allá. Haré un pequeño duelo, tanto ya están muertos y no volverán,- no me puedo quedar en estos pasados que se tornan oscuros, hay que pintar mañanas-. Más allá, en el futuro amaré en sus nombres, como promesa al sacrificio que hicieron por mí, pero los nuevos que nacerán no serán los mismos, solo conocerán historias y mitos de aquellos de atrás, seguramente serán cautelosos y yo seguro también lo seré y les colocaré alas para que puedan volver conmigo en caso que se sientan solos y fatigados de luchar contra quien quiera matarlos.
No busco más soluciones a estos desafíos, porque podría irme tanl ejos que jamás volvería. Mejor no escarbo y no revuelvo, tanto ya no estarán contigo, ninguna de ellas. Todas las dosificaciones que di ahora le pertenecen a otro, bueno por lo menos las que quedan vivas. Pensaré mejor de ahora en adelante quien merece que le regale pedacitos de alma y a quien ignorar sin ningún sentimiento, sin el más mínimo gramo de sentimiento, porque bueno o malo da lo mismo, lo engendraría del alma y lo regalaría con lazos. Pero si me queda la sabiduría de coger todas las dosificaciones que he recibido y extenderles la mano como a los niños y llevarlas a vivir conmigo, hasta las tuyas. Todas tan hermosas y de diferentes colores y matices, todas y cada una de ellas especiales, con mensajes ocultos, abrazadas a árboles gigantescos, algunas lloronas, tristes y deprimidas; otras felices y vagabundas bailarinas. A todas las vestiré de nuevo -hasta a las tuyas- y les compraré abrigos y camas y caramelos para recordar por los días que me quedan todo aquello que me regalo la vida.
Llego a una conclusión, quizá sí hay que dosificarnos y además hay que saber hacerlo, saber cómo y cuándo, con quién y con qué sentido. Hay que tener cuidado de donde mandamos los suspiros y si vale la pena convertirse en objeto inanimado, en torre o en castillo.
Esta mañana cuando encontré y leí esa frase, de repente sabía que era conmigo. Sabía que alguien como todos los días me estaba mandando un mensaje, una nota, un recordatorio. Una cita poética profunda y casi maligna, un poco egoísta si así prefieres que la describa. Pero en esas cuatro palabras queda descrito que el ser humano es un filtro, que absorbe a su antojo y sale por el otro lado talvez aire “limpio”. Soplamos a gusto y disgusto, que nos antojamos de otros, de sus carnes más que de sus posesiones, no tenemos más remedio que seguir siendo humanos, claro no podemos convertirnos en amebas o en gusanos aunque muchas veces nuestro parecido con esos pobres y nauseabundos seres sea casi transparente. Déjame decirte ya terminando este capítulo que nada pasa por casualidad y que los desprecios son enemigos de las dosificaciones, nunca se llevan bien, así como no se llevan bien el odio y el amor, los niños y el agua fría, la leche y el ajo, el pescado y el queso, los adolescentes y las reglas, etc, etc, etc, etc, etc...

Me encanta la letra de esta canción, Sabina la escribió antes que yo?

Y me envenenan los besos que voy dando
Y sinembargo cuando duermo sin ti,
Contigo sueño.
Y con todas si duermes a mi lado
Y si te vas, me voy por los tejados
Como un gato sin dueño,
Perdido en el pañuelo de amargura
Que empaña sin mancharla tu hermosura.

Transbordador a la Luna

Esa forma en la que siempre acaban las cosas, esa forma en la que ponemos punto y coma a las situaciones, incluso punto y final, que da pena, lastima, congoja… en fin. A todos nos toca de vez en cuanto un pedazo de sufrimiento, pero a veces ese sufrimiento nosotros mismos nos lo provocamos, nos echamos encima cargas insoportables de tristezas que no nos pertenecen, simplemente para tener más que llorar, como si no suficiente la dosis que nos entregan al nacer.
Estoy en el techo de mi casa, me subí por la escalera del vecino que utilicé sin permiso; el caso es que me subí al tejado como una gata y empecé a observar las estrellas y los demás astros que el cielo encierra en su pintoresco cuadro nocturno. Entonces acomodé en la mejor posición que pude mi cabeza, tal gata echada, para lograr enfocar con atención las historias que imaginaba mi cabeza. A veces me vienen a la mente esos pensamientos casi sicóticos donde no hay protagonistas, esa sensación de ser la única que observa con detenimiento al panorama especial que se desarrolla frente a nuestros ignorantes ojos, a nuestra escasa visión. Contuve la respiración para encontrar en ese momento de apnea el infinito sentimiento de soledad que lo acompaña siempre.
No quise decir que te mataría, era broma. Tampoco quería que desaparecieras, pero si me alegra que no estés acá arriba. Me gusta la idea de estar sentada en el tejado mirando mi interior; estar contemplando las estrellas. Seguro estás pensando pedirme que baje ya, que no haga tonterías y que me deje de esas cosas sin sentido que caracterizan mis rabietas. No es que no me guste la idea de estar allá abajo con vos, seguro acurrucada sobre ti viendo alguna película de esas, las mismas que cada cuando debo ver por comprensión, por no ser egoísta, por querer ser parte un momento de tu mundo. Sí, seguro ya me habría tomado el té y leído el periódico, en lo de menos estaría con mis pijamas entre las sábanas esperando que me aparezca el sueño. Ya probablemente me habrías regañado por la absurda discusión que tuvimos, habrías puesto los puntos sobre las íes ganando la situación, volviendo a tu antojo y para tu nido. Y es que a veces hay que saber que se ha perdido la discusión, lo difícil es aceptarlo, aunque esta vez he tenido razón yo.
Acá arriba se está bastante bien -aunque sufra de vértigo- lo que hago es ignorar la altura y no me asomo a la orilla aunque si mi perro no deja de llamarme. Me he comido un chocolate que encontré en la cocina esta mañana, había olvidado que lo había comprado hace dos días, también traje un montón de uvas, las que quedan de las fiestas para la buena fortuna, un libro que no he abierto y toda mi vida. Me he subido al tejado para ver de cerca las estrellas y el futuro que no se revela, me he montado en la cabeza la idea de irme de nuestro planeta y encontrar las raíces del mío. Se me ha ocurrido que dentro de poco se habrán ido todos los suspiros con el viento y que las hadas de colores se tomarán de las manos haciendo cadena de recuerdos. Sabés podría escribir un cuento ahora mismo que estoy así resentida, ahora que mis emociones le están ganando a los sentidos; seguro hablaría de los rencores de amar demasiado y olvidar a poquitos, qué extraño todo esto que viene entre líneas, le ganan el partido los resentimientos a las alegrías, será que nuestra personalidad maquiavélica es capaz de sabotear lo que sentimos y nos hace capaz de ser abstractos, encerrados y engreídos?
Ha pasado un siglo ya desde que llegué acá arriba y seguro estás abajo preparándote un snack y pensando lo mismo. Creo que voy a bajar y a buscarte en la cocina, te abrazaré; es probable que me abraces, ronronearé para vos y buscaré que me mires con esos ojos de ave herida que yo conozco, sé que con la mirada después vendrá un beso y todo está olvidado. Si no fuera por el amor que sería de nuestras vidas?

Perdonar?

Perdonar? Claro que sí se hacerlo, yo he perdonado a quien me ha traicionado, a quien me ha mentido, a quien me ha olvidado; he perdonado a la vida por las vueltas que me ha dado. Incluso te he perdonado a vos... a tu incapacidad de entenderme, a esa castración extraña de sentimientos, a la ineficiencia de tus sentidos por devolverme interés.... tal vez darme un poco de vos.
Yo perdono; siempre lo he hecho, perdono al mundo, perdono a los que me hacen daño sin saberlo y a los que lo hacen sabiendo lo que me están haciendo. Perdono a los que no me entienden, persono la ignorancia, a mi soledad que me encadena y se ha vuelto parte de mí. Perdono que te hayas ido después de entrar casi sin permiso en mi mente...
Yo sé perdonar, sólo que no olvido por completo, prefiero dejarme guardados recuerdos que me ayudan a fortalecer ese perdón que doy. Es una forma de garantizarte que alguna vez fuiste perdonado, que dejaste algo en mí y que a cambio te obsequié una parte de mi vida, insignificante o no, un momento que tal vez fue importante para mí.

Las Paredes

Las paredes hablan idiomas extraños, se confunden con ronquidos si haces silencio y escuchas atento. Ellas guardan sabiduría, imagino cuántas cosas han visto?. Son testigos mudas de un sin fin de experiencias, amores y desdichas de todos los prójimos que las habitan. Me he puesto a pensar en todas las cosas que podrían explicarnos, de la infinidad de consejos que saldrían de sus bocas –si las tuvieran-. Cuántas cosas podríamos aprender de ellas, valorar mejor nuestra consciencia y nuestro sentido del habla, por ejemplo.
Podrías pensar que son cosas inanimadas, que no entienden, que no sienten, pero guardan en sus corazones pasados eternos llenos de emociones, casi como nuestra mente.
Imagino la casa de mi abuela llena de risas de todos sus hijos, sus nietos, de ella misma y sus canciones. Las paredes de esa antigua propiedad aún se mantienen erguidas en el centro de la cuidad, incluso llenas de mi llanto inconsolable del sin fin de vez que caí y me levante llorando para que alguien se apiadara de mis heridas infantiles y me curara con caramelos y caricias.
A veces voy caminado y miro esas paredes llenas de memorias, son dignas de respeto aunque algunas estén comidas por el tiempo y los ratones que se aprovechan de que ellas no se pueden rascar ni sacudir. Todas ellas con bordados ancestrales y llenas de estrellas de las luces de veranos eternos que les han pasado cerca. Otras veces hecho a llorar cuando las veo derrumbarse, o peor aún, ser derribadas sin ninguna clase de piedad, como si fueran ya algo sin valor, algo poco útil. Pero no es que quiera justificar estas barbaridades, por el contrario quisiera que alguien comprenda que por lo general hacemos eso con lo viejo, con lo antiguo: dejamos de darle importancia, dejamos que se vuelva estorbo, sin sentido y entonces lo tapamos, lo escondemos o peor aún lo derribamos; así es más fácil, no lo vemos más y damos paso a algo nuevo; y no es que esté mal -no, no -, es que dejamos de creer en nuestras bases, dejamos de creer en nuestro pasado, en nuestros fundamentos y pensamos que sólo el futuro tiene un verdadero significado, que somos hijos de la tecnología (bueno yo no, yo soy hija de mis padres, de mis abuelos que no tienen mi la menor idea de cómo encender una pc y que se asustan al escuchar música salir de diminutos aparatos que ya ni se conectan ni usan baterías AA)
Ahora bien, imaginemos a las hermosas y blancas paredes lo tristes que se deben poner las pobres, que ninguno les haga caso, que las ignoremos, las rayen y las boten sin respeto, sin siquiera mirar por un momento su historia y todo aquello que tienen para contarnos.

martes, 24 de julio de 2007

Los Seres de Colores

Vamos a ver si logro explicar sin hacer enredos. Es que a veces siento que nunca podré ser exacta y precisamente de alguien- no es que sea infiel, todo lo contrario- Tengo la vida ramificada, soy como un árbol: tengo el tronco que me lo hicieron fuerte y delicado al mismo tiempo, tengo dos largas ramas que se abren al sol como brazos, de donde salieron las semillas que dieron vida a estos dos árboles que plantaron cerca mío. Dos arbolitos que se mecen con el viento y cantan canciones conmigo, hermosos arbolitos que me hacen compañía, individuales y tan bonitos, parte de mi pero distintos. Gracias infinitas por estos arbolitos que me enseñan cosas nuevas y que conservarán en sus memorias como me veía de joven, testimonio de que fui alguien y que hice algo importante.
Además, de mis ramas se extienden todas esas pequeñas ramitas y hojas y flores, pero ahora quiero hablar de mi parte interior, esa parte donde mi vida esta ocupada por estos seres de colores con los que me comparto. Puede sonar algo raro, pero si me pongo a explicar no es tan absurdo lo que estoy diciendo. Es un tema demasiado profundo, demasiado hermoso, demasiado particular. Me pregunto cuántas personas- digo árboles- en el mundo tendrán seres de colores para compartirse y si los tienen: serán como los míos así puros y particulares?
Yo soy yo, en sí mi color es azul (porque es mi favorito) aunque algunas veces me ven un poco café, eso depende de mi estado de ánimo, además del color con que me vista, porque si las ropas me combinan con mis ojos mucho mejor para ellos. Veamos, donde estaba? Ah sí: mi color! Es fácil pensar que el azul (o sea yo) combina con muchos colores, pero no, estoy hablando de la mezcla perfecta de tonos que hace que seamos tan parecidos y tan diferentes. Es que creo que somos todos diferentes azules (celestes, cian, cielo) y también diferentes cafés y rojos, tonos de naranja que combinan unos con otros, incluso nos entremezclamos tanto de formamos verdes perfectos y algunas veces púrpuras poderosos que mantienen más fuerte nuestros lazos y amores perdidos.
Todos son diferentes, y significan diferentes cosas. Somos una mezcla de relaciones, por ejemplo: para alguno de ellos puedo ser las alas que necesita para volar y para mí, es el quien me puso estas alas y me enseño a hacerlo –tirándome de precipicios en picada, casi suicida- me enseñó a confiar en la fuerza del aire, en las montañas y en lo que miro. Me enseñó a enfrentarme sin miedo, a quererme así como soy casi sin reflejo, con pasados dolorosos e imborrables.
Tenemos todos diferentes papeles, roles, unos para los otros. Yo soy consejera o mejor dicho el cofre de los secretos, soy también la compañera de des balances y en ocasiones soy la que guarda silencios para que el entienda que yo no opino, que en ese instante infinito yo no siento, hasta soy imparcial o estoy pasándome del lado suyo con mi silencio.
Tengo otro ser me puso una corona y a mi me encanta, me mira como yo lo miro, es profundo y casi entero. Mi confesor, mi vigilante, mi puerto. Aunque por años vagamos juntos en senderos que dan miedo; nos metimos en enredos y salimos juntos de todos ellos, somos telepáticos, profundos y sinceros, no hay que hablar para entendernos. La mayor parte del tiempo su mirada me señala lo que yo pienso, entonces nos aprendimos a comunicar en silencio, con voces que los demás no escuchan, con gestos que los demás no entienden. Es solo una necesidad diferente, más amor? Quizá sí, quizá no; es una forma diferente de sentir…
Otro me inspira, algo así como mi parte cerebral de la cual voy tomando pizquitas que me ayudan a entenderme, por lo menos eso es lo que hago la mayor parte del tiempo, me guardo sus palabras y las anoto para no olvidarlas.
Me vuelvo el ancla para la realidad que vivimos, la nuestra distinta a la de los demás y de eso estoy completamente segura, porque la nuestra brilla mucho más. Con cada rumor de nuestras risas, con los lamentos o las decepciones estamos juntos, yo recogiendo lo pedazos que se van cayendo cada vez que alguno pierde las alas y con las plumas me hago una almohada, una inmensa almohada que me sirve de colchón cada vez que voy de caída, entonces no me lastimo por más duro que caiga, además me abriga el alma y me hace soñar mejor.
Todos mis seres son especiales y con todos me divierto. Soy una parte escondida de sus más íntimos secretos y ellos para mi son un pedazo de mi cielo. Todos juntos forman un ser espectacular y por separado cada uno me da lo que necesito que me den a su tiempo. Me reconforto en sus brazos y los observo a veces a lo lejos tan radiantes, futuros y ajenos. Porque he de confesar que ninguno de ellos es mío, ya todos tienen dueño, se compartieron con otros seres del cielo tan hermosos como ellos. Pero no me causa dolor verlos llegar a mi ventana a pintarme y traerme caramelos, yo se que se irán y luego volverán otra vez como las golondrinas de la poesía.
Para ellos soy un retoño de algo que seguramente está en constante desafío a las ideas que nos imponen desde niños. Podría ser la parte femenina que no ha muerto, pero para mi ellos son muchas cosas, puedo decirte que son mis lienzos, mis dibujos, son más que alegrías, son infinitas ganas de vivir a lo eterno.

Cosas que pienso

Conectemos palabras al corazón y usémoslas de termómetro para las emociones. Veamos que pasa si nos unimos para sentir juntos, para desplazar a la soledad y volver a sentir. Ha sido despacio como he ido entendiendo, casi como aprende un niño a dar sus primeros pasos, que encontré mi camino, a golpes y trompadas y tantas veces a empujones pero llegué…

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Desenredar el alma es como escarmenar los pensamientos uno a uno, quitar los nudos que se atraviesan entre la razón y el corazón y encontrar el equilibrio justo donde empezar a ser yo otra vez, dejando de lado las estrellas, las rosas y los escombros de algo que nunca fue, que se ha perdido y no tengo idea de cómo encontrarlo.
Estuve pensando que mejor salgo sola, aunque llueva torrencialmente allá afuera, mejor si voy al parque. Lo importante es salir de acá adentro y empezar un nuevo camino, pero uno nuevo lleno de colores como los que pinta mi niña con arco iris y flores, y caballos y pajaritos. Pero que fue de todo aquello?

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La curiosidad es una característica de mi personalidad, soy curiosa como una gata, me hago y deshago en mil preguntas, algunas sin sentido; otras con la que les complico las mentes a quienes están cerca de mí. Me la paso divagando, estudiando, entendiendo casi como un niño al mundo que me rodea.
Soy curiosa de nacimiento, así he ido creciendo, por pura curiosidad conocí al mundo y todos los que me rodean. Aprendí a conocerme y a entender a quienes tengo conmigo. No dejo de hacer preguntas y creo que llega el punto en que me confundo con uno de mis hijos.

Robando pensamientos

Esta vez me dijiste algo que me ayudó a transportarme, que he decidido no puedo ignorar. Te he escuchado hablar de las personalidades que tenemos cada uno, que a veces sin ser seres desquiciados o esquizofrénicos compartimos nuestra personalidad madre con unas cuantas ramificaciones que casi se hacen autóctonas, como partes pequeñas de un todo son tan importantes que resultan casi imprescindibles para sobrevivir el día con día que nos desgasta o que nos permite entrar en nuevos mundos, nuevos colores, nuevas experiencias.
Veamos, yo podríamos pensar que tenemos una sola personalidad, es relativamente cierto, es una que nos domina casi todo el tiempo. Pero si me pongo a profundizar dentro de mi, me doy cuenta que soy muchas a la vez. Igual que vos, descubrí que también tengo mi personalidad espiritual, sabés, esa es muy personal y no debería estar guiada por ninguna doctrina ni por nadie. Esa es mi parte libre y toca profundo el alma, una conexión entre lo sacro y lo mío, sin importarle un bledo que si estoy o no bautizada, si confieso a los otros cristianos las traiciones que cometo o cómo me las he arreglado para llegar hasta donde estoy, solo importa que compartimos un espacio juntos: el Ser Supremo (no tengo intensión de llamarlo solo Dios, porque es más que eso) y yo-. Hasta que me desenrollaste mi complicada mente no entendí que todos tenemos esta parte, solo que no para todos es fácil de aceptarla o sobrellevarla, es una personalidad que muchas veces permanece dormida o arrullada por nuestros temores y fantasías.
Si desgloso una por una las fases de mi vida, me doy cuenta que además de ir cambiando la personalidad o mejor dicho amoldándola a situaciones, a los cambios “normales” que suelen darse de la infancia a la edad adulta, que son infinitos y crueles, -es por eso que te admiro tanto, por esa fuerza de voluntad que has mantenido, por haber logrado ganarle al tiempo y conseguiste vencerlo, te dejaste un pedazo de niño dentro, mejor dicho un pedazote inmenso, que te hace ser tan vos.- Entonces me doy cuenta que el pasar de los años me ha hecho convertirme en un ser de diferentes tipos: amiga, compañera, madre, hija, persona y mujer (porque el género tiene mucho que ver con el número de personalidades, las mujeres siempre vamos a tener una extra, esa yo “hormonal”, el ser casi angelical y demoníaco que nos domina de vez en cuando).
El conjunto de todo nos forma a nosotros, esa mezcla casi perfecta de imperfección es la esencia de lo que somos, de lo que lograremos, de cuánto nos queremos, cuánto somos capaces de amar y de cuán valientes somos para enfrentar al mundo en el que vivimos.
En sí soy una sola, con muchas otras yo que flotan en mi misma, esa que ves… Soy la misma siempre, trato de ser transparente y colarme entre las gentes, incluso difuminarme entre los colores de otros, es mi constante necesidad de saber. Y yo, como siempre, que me filtro detrás de los pensamientos de las personas que quiero, y escuchando como me enseñas, voy tomando ideas para escribir tus pensamientos.