lunes, 20 de abril de 2009

Lo que ella no sabia

Camino largos pasos bajo la lluvia que bañaba sus lacios cabellos, no recordaba mucho de esa noche, su mente estaba nublada por espacios vacíos de tiempo, solo sentía que todo había sido en vano. El agua se escurría por su cara, lavando el maquillaje, y por sus ropas hasta llegar a alagar sus zapatos de tacón que producían un gracioso sonido cada vez que chapoteaban contra el suelo. La estación del bus se miraba a lo lejos, le faltaban talvez unas cuantas cuadras para alcanzarla y estar a salvo de las gotas de agua que se clavaban en su espalda. No sabía dónde había estacionado el coche, estaba perdida, su mente estaba bloqueada, no sabía qué estaba haciendo ahí.
Recordaba solo milésimos de segundo, trataba de hacer memoria de la noche pero todo era en demasiado confuso, dentro de ella sabía que las cosas habían salido mal, por eso estaba caminando bajo la lluvia… En su mente se repetían como ecos sus palabras hirientes, las podía sentir clavaba das y frías en su pecho como puñales que lograban atravesar no solo su carne y sino que lograban herir hasta su alma…
Escuchaba sus pasos que se hacían interminables. A lo lejos la silueta de alguien detenido bajo la lluvia, bañándose hasta los huesos como ella. Camino hasta llegar al sujeto, trataba de buscarle la forma definida pero solo lograba ver que aquella persona tenía las manos dentro de la gabardina y su cabeza hundida dentro de un sombrero y mirando el suelo. Tosió algo por el frió, pero aquel inmutable personaje se quedo fijo y firme como estatua de yeso. Empezó a pensar qué motivaba a ese hombre a estar bajo la lluvia: un amor, un desamor, esperaba alguien o algo, para qué estar bajo la lluvia de esa manera; si las cosas anduvieran bien en casa ninguno de los dos estarían en ese momento bajo la tormenta, algo tenían que tener en común. Aceleró el paso, haciendo caso omiso a lo que acaba de ocurrir, estaba tan atormentada con no poder recordar claramente las últimas horas, todo esto tenía que ser, posiblemente un juego de su mente.
Continúo su camino. Esas cuadras se hacían cada vez mas eternas, cada vez que miraba la casetilla estaba tan lejos como al principio, como minutos atrás. La carretera a penas estaba iluminada, ni un solo auto había pasado desde que empezó a caminar, le pareció bastante extraño por ser aquella era una de las calles más transitadas de la ciudad. Las luces se hacían intermitentes y empezó a notar que de tanto en tanto aparecían frente a ella siluetas descoloridas con cabezas bajas. Si alguna de ellas levantaba su mirada entre la penumbra lograba entrever horribles facciones de caras sufridas. Se limpiaba la cara, se quitaba la lluvia, el maquillaje y las lágrimas de los ojos para comprender si sus espejismos eran o no personas. Las sombras se movían, se entrecortaban con figuras borrosas. Eran sombras con caras atormentadas que se atravesaban o aparecían en su camino como pidiendo ayuda. Se retorcían como si algún dolor les maltratara, como si un mal viviera dentro de ellos.
Siguió su paso veloz, ahora más que nunca quería alcanzar la casetilla. Escucho detrás ella pasos y mirando por encima de su hombro observó que era el hombre que había encontrado minutos atrás. Caminaba encorvado, con las manos aún dentro de la gabardina y la cabeza baja… Su corazón empezó a palpitar rápidamente, bajo los vestidos bañados se dio cuenta que temblaba de miedo, presentía algo y no sabia qué. Todo aquello tenía que ser definitivamente un mal sueño, eso no podía estar pasándole, probablemente todo era parte de un gran mal sueño y todo era una gran farsa de su mente. Pensó en doblar en la próxima esquina y así su pesadilla terminaría.
Al doblar al ángulo entró en una pequeña calle oscura, caminó cada vez más despacio casi deslizándose, haciendo de sus pasos pisadas felinas, cautelosas y silenciosas, completamente invisible en la oscuridad de la noche, delatada sólo por el sonido de la lluvia contra su cuerpo. Tratando de ahogar su miedo trato de relajarse, de guardarse el corazón en el pecho y sintió como su respiración volvía poco a poco a la normalidad. Se sintió aliviada al escuchar como los pasos del hombre que la perseguía habían seguido derecho su camino, entonces no estaba tras ella! Fue solo una casualidad en la pesadilla…
Inhalo profundo, esa paranoia era nada más que otro producto de su imaginación.
Cuando ya no temblaba y había tomado fuerza suficiente trato de mirar entre la penumbra y apenas pudo ver sus manos. Sabía que hacia la izquierda estaba la salida a la calle principal, a su derecha el abismo de la oscuridad absoluta de aquel callejón. Respiro fuerte y se decidió salir, ya no corría peligro. Todavía estaba estrellada contra la pared, camuflándose. Se fue despegando del muro, trato de volverse y sintió una brisa helada que la volvió a paralizar, estaba de nuevo contra el muro y sentía miles de ojos posándose sobre ella. Se sintió asfixiada y su respiración se hacia cada vez mas espesa. Como pudo, quito el peso que la sostenía y corrió con todas sus fuerzas, había llegado al final del callejón!! Miro hacia todas partes, y de entre las sombras una silueta mas oscura que la propia oscuridad tomo su mano, se le erizo la piel cuando se acerco a su oído y le murmuro tan cerca que podía sentir la fría respiración: - mira más allá de tus ojos!-. Sus piernas temblaban como gelatina, nunca había estado más asustada. Soltó su mano de la cadena de hielo y logro escabullirse corriendo de nuevo pero esta vez hacia la luz, fuera del callejón.
Al llegar de nuevo a la entrada principal la lluvia ya había cesado, sus cabellos y sus ropas no estaban mojadas, se miro las manos, se toco su cara, debía ser la parte final del sueño.
Sin tener palabras que decir miro a su alrededor, no reconocía nada. El sol estaba a punto de salir. Hundió las manos en su cara, cubrió su rostro pero no para llorar sino para concentrarse. Realmente el sueño estaba llegando a su fin y empezó a ver las imágenes del pasado remoto y cercano que aparecían frente a ella como en una pantalla de cine. Momentos que no imaginaba que existieron y otros que recordaba como si hubieran sucedido ayer: su madre, su padre, sus juguetes de pequeña, su amigo imaginario, su oso de felpa favorito, sus vestidos, los zapatos, sus amigas del colegio, los libros pintados con corazones rotos y besos añejos, sus pantuflas, su gato, su casa, su auto, los momentos en que reía, sus amigos en una fiesta de cúmplenos, el amor de su vida, los otros tantos que no recordaba muy bien como se llamaban, tragos, bailes, plantas, viajes, playas, ducharse, trabajar por la mañana, el café, las flores, las lágrimas, la muerte de su hermano, cocinar, hacer el amor, besar, las peleas, las canciones, el viento en la cara, las risas de los niños en el parque y en ese momento ver cómo había acabado todo y ella sin tener palabras.
Sintió vergüenza por no haber podido predecirlo, ella era una predectora innata, cortantemente podía predecir eso que sucedería. Pero esta vez no había logrado anticipar los hechos, se dejó llevar como mecida por las nubes en una fantasía que ya sonaba a tormenta, una tan grande y tan fuerte como la que había caído esa noche.
Recordó su vestido verde y sus zapatos de tacón favoritos. Recordó el lugar y como corrió fuera del restaurante tratando de escapar de lo que no quería escuchar, de lo que no quería vivir. Recordó que lloraba, que se escabullo entre la gente que la chocaba y que su celular no dejaba de sonar. Había parqueado el coche del otro lado de la cuadra, esa tarde la ciudad estaba concurrida. Busco en su bolso las llaves del auto, el teléfono continuaba su incansable ring al que decidió seguir ignorando, no quería hablarle ya no habida mas que decir, así lo había decidido.
Atravesó la calle principal rápidamente y sin mirar demasiado. El auto que venia cruzando de la avenida no tuvo tiempo de frenar…. Fue fácil entender que todo había terminado.

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