
Es cuestión de organizar las ideas, de volver a respirar profundo, de encontrarse las raíces, de tener en cuenta que el orden de las cosas en algunos casos particulares no altera el producto, algo como una propiedad conmutativa que hace que estos aspectos de la vida por donde los veas sean siempre iguales.
A todos nos falta algo, un poco de acá otro de allá; sazones que den vuelta, que se mezclen con la piel, con el sudor, con las ganas y den ese sabor único que aparece de vez en cuando. Ese sabor que viene a ser inigualable, mucho mejor que la risa, anestesia para el va y viene del mundo.
Nos encanta complicarlo todo, materia humana diría, y por amor aprendimos a entender demasiado o muy poco. La mayor parte del tiempo amor es un mal, la unión de complicaciones y penas, que termina agobiando a cualquier ser humano que lo padezca: mitad enfermedad, mitad demencia… Quién no lo ha padecido? Creo que todos hemos tenido un poco de ambas partes, o de las dos al mismo tiempo y desaparecen personalidades, se confunden, se anulan y nos “enzombizamos”, nos parecemos tanto a todo eso de lo que nos burlamos. Arrebatos de pasión que no llegan a nada, momentos en que dos son demasiados y la respiración hasta en un beso se vuelve pesada.
El amor como todo lo humano no es perfecto, y si el amor fuera divino he de decir entonces que también tiene sus defectos, su lado oscuro. Quizá lo hemos humanizado demasiado y le hemos dado vuelta a la tortilla como hacemos todo el tiempo para ponerlo de nuestro lado. Lo convertimos en algo que se palpa por las mañanas y se hace parte de nuestros alientos, decidimos darle forma y color para entenderlo, encerrarlo en una sola palabra, convertirlo en eso que nos apasiona y muchas veces es aquello por el contrario eso a lo que no guardamos respeto. Amor en sí no es sincero, es simplemente esa necesidad afectiva de cuento de hadas que nos meten en la cabeza. Las mil y una noches soñando despierta con el aroma de tu piel, o en un beso!!! Eso no es más que carne, el instinto que está en juego.
Pero dónde dejamos esa clase de amor clásico, casi verdadero. El amor de los poetas, que lo sienten y lo sufren en las venas. Debe ser intenso tener ese respeto, sentirse embriagado de esa libertad que da miedo porque ese amor no se siente con las manos, ni con los ojos, o los oídos; no es de los sentidos, ese amor se lleva en el pecho. Es amor sin necesidad, sin remedios, sin crítica, sin celos. Yo no he tenido esa suerte, demasiado terrenal para esos sentimientos, quizá poco emocional para darme el lujo dejar los enredos y sinceramente siento un poco de envidia por aquellos que ya lo sintieron; realidades alternas, lapsos de alegría eternos.
Todo lo que vamos sintiendo en el transcurso de la vida no son mas que necesidades o necedades afectivas casi impuestas y te levantas por la mañana y te das cuenta que te cae mal el pobre Pedro y también odias a Juan y todos aquellos que han pasado por las sabanas. Siempre es mejor sentir eso a sostener el ahogo de la ciudad en la cama, el smog que se inclina frente a tu cara y te recuerda que estas sola, que la soledad es la carga social más difícil de combatir. Es ese momento triste por las mañanas cuando te rasuras las piernas y te pones las enaguas y sales de tu casa con el café, la computadora, las llaves del auto y el gato que se te escapa felizmente por la ventana y vos… un día mas en el paraíso, buscando la medicina que te alumbre el alma. A lo que quiero llegar es que nos han llenado la cabeza de cuentos y fantasmas, tanto así que hay quienes prefieren sufrir una vida de cargas, torturas, miserias y tristezas… es mejor eso a quedarse sola.
Una sociedad llena de relaciones simbióticas. Nos han hecho dependientes de todo nuestro entorno, y nos han clavado el deseo de estar atado a alguien o a algo porque la soledad da miedo y perderlo todo es todavía socialmente más doloroso. Todos somos egoístas y nos dolemos unas semanas y de repente, un día cualquiera tomas la ducha por la mañana y te arrancas de la piel los sentimientos como las costras, te lavas la piel y zas, todo listo para empezar de nuevo… El amor te duraría la vida, si lo perdieras agonizaría el alma y el vacío no se llenaría jamás, y ese es mi peor miedo- el sentir que puedo perder el control que ejerzo sobre mi, la forma de autotortura, lo que me ronca hacer y lo que no hago porque no me dala gana. Suerte la de aquellos que se entregan sin pensarse, que besan más allá de los labios.
Nadie nació acompañado, a excepción de los gemelos por supuesto -solo ellos pueden exigir ese derecho-. Pero lleguemos al momento de la posesión donde amor se convierte en mi objeto del deseo, mi paradigma, mi escenario, mi mapa del tesoro, mi pozo de los deseos, mis zapatos favoritos. Por qué no mejor amor como un libro abierto, un silencio interminable, un encuentro fortuito o prohibido, un misterio, un espejo, un regalo de navidad que nunca he recibido, una palmada en la espalda, el olor del romero, la luz del alba, la mirada de un niño… Por qué no mejor sentir amor al despertarnos, al salir de la cama, cuando el agua bajo la ducha va resbalando despacio por el cuerpo, o mirando al sol colándose por las cortinas mientras tratamos de no despertarnos, incluso dentro del maravilloso sexo sea como sea: por instinto sin esa parte oscura con que lo hemos hecho amargo.
Amor puro, es esa forma de cooperativismo donde podemos compartir el periódico por la mañana sin hablarnos, cada quien esta en su mundo, en su espacio sin necesidad de invadir territorios, sin necesidad de dominarse. Donde leerse la mente sea parte del día a día y saber cuando necesitas el azúcar y tu cuando me estoy cansando. La maravilla de que me hagas el café y yo te rasque la espalda. Que tu cuerpo no se vuelva pesado, que los años no pasen porque da lo mismo, y vivir como si todo es prestado, respirando los momentos como si fueran lo ultimo que harias. Sería fabuloso encontrar ese balance, contarnos nuestros sueños sin que nos hagamos dueños de nada.
"El ser humano es, más que un ser para la muerte, un ser para la dependencia". HEINDEGGER.