martes, 16 de junio de 2009

A veces cuando las luces se apagan, cuando esas tilitantes almas brillantes cesan sus cantos y queda en penumbra esto que estoy sintiendo, esto que estoy pensando, se abre paso a todo. Empiezo a comprender, empiezo a acomodar mis ideas, siento mi respiración profunda, se que estoy acá sentada en el medio de la nada solo conmigo que respiro, que pienso…
A veces cuando ya te has ido y no vuelves, es cuando me doy cuenta cuanto amo la soledad… estirarme en la cama y poder girar. Es el tiempo en el que puedo hundirme en mi misma, conocerme, rescatarme, poseerme y deslumbrarme…
A veces cuando caen lagrimas de mis ojos que humedecen mi rostro, las dejo llegar a mi boca, las saboreo así puedo probar el sabor del desamor, de la tristeza, el sabor de un corazón roto…
A veces cuando se cuelan por las ventana las sombras de los coches, de las gentes, de la vida, se me hace imposible dejar de pensarte, se me hace imposible no imaginarte en el ángulo oscuro de mi vida pidiendo perdón, pidiendo consuelo, pidiéndome brazos… estos brazos que ya no te alcanzan, estos brazos que te soltaron para dejarte volar…
A veces cuando estoy dormida y despierto de repente exaltada por el sueño que quiso comerme con sus dientes, es cuando me doy cuenta que sigo siendo niña y que necesito a mis padres para consolar mis heridas, mi alma que se quiebra en pedazos. Que sean ellos quienes pongan “curitas” y me abracen fuerte hasta volverme a sentir.
A veces cuando no escribo, que me quedo muda es porque por dentro estoy a gritos, tengo tantas palabras por decir que no me queda espacio para ninguna de ellas, todas vuelan en mi mente sin dejarme organizarlas, me cansan, me deprimen, me oscurecen…
A veces me doy cuenta que esto que vivo es real, que mi pasado , mi presente y mi futuro son la trenza que me sujeta, que algunas veces me ahorca y otras veces me sujeta para no caer mas profundo, para no entrar en el abismo…